viernes, 28 de agosto de 2009

Un viaje cándido

Comienzas a sentir como poco a poco te seduce, te cautiva, va llegando a ti lentamente. Son los segundos mas placenteros e irresitibles que un ser humano puede sentir. LLegó el momento cumbre, ya está en ti, muy dentro de ti. Comienzas a explorar y a vivir un nuevo mundo, fuera de la inhóspita realidad. Aquel momento -por fin- llegó.

No sé ni por donde camino, no sé quien soy. Voces, tan solo escucho voces. Perdí el control, pero a la vez gané satisfacción, una felicidad incontralable que me lleva a la estupidez, a la risa interminable. No siento mis brazos, mis piernas, desaparecí. Siento que despego cuidadosa y lenntamente, el suelo se aleja de mi. Comienzo a volar, me siento libre, lejos de todo. Lejano a toda esa mierda. Miradas caen sobre mi, eso creo. Yo sigo volando libremente, no hay caminos que recorrer, tan solo un incalculable espacio. Muy diferente a la turbia realidad. Mi mente es nula, vacía, soy un individuo que ha vuelto a nacer. Me siento capaz de todo e incapaz de nada. No conosco a nadie, nadie me conoce, no me importa nada; únicamente seguir, seguir por donde me lleve el viento y sentir a pleno la libertad, la felicidad. Qué placer.

Sin embargo, esta satisfacción perdura algunos minutos, no una vida. Lo multicolor se va tornando gris, oscuro; caracterizando a esa densa realidad. Los super poderes se acaban. Segundo a segundo los voy perdiendo, no puede ser. Tranquilo, pronto regresarás de nuevo aquel fantástico lugar. Solo ahorra, nada más.