miércoles, 17 de septiembre de 2008

Caminaba cerca a la orilla, muy cerca, la brisa del mar la hacia alejarse de este. Al caminar, huellas eran dejadas. Caminaba sin rumbo. Poco a poco se alejaba más, ya no podía divisarla. Entonces, me pregunté ¿Debo seguirla? Pienso que no. El frío era más intenso, el sol desaparecía a paso lento como ella lo hizo. No sabía que hacer, pensaba que ella volvería. Los segundos pasaban, los minutos también. Luchaba contra ellos. Nuevamente me pregunté: ¿Debo seguirla? la duda me hizo pensar. Los minutos pasaban, las horas también. Fijamente miraba el cielo, las estrellas -felizmente- me acompañaban, no estaba solo. Podía divisar las Tres Marías. Escuché pasos, sabía que iba a volver, yo lo sabía. Una mano me tocó la espalda, esperaba disculpas. Suavemente giré mi cabeza, no era ella. ¿Qué pasa?, dije. Segundos pasaron . Me enmudecí y pensé nuevamente: ¿debo seguirla? Pues, la primera vez que lo pensé, sí...

domingo, 14 de septiembre de 2008

Faltaban tan solo 7 segundos para el fin del partido. Los rostros de los peruanos -ya muy acustabrados- mostraba tristeza, rendición, cólera y frustación. Sin embargo, eso cambiaría en menos de un segundo. Se esperaba que el árbrito dé el pitazo final. No obstante, vimos que Vargas hace una "pared" con Rengifo, Vargas avanza rápidamente por la banda, choca contra un argentino. La verdad que en ese momento de "choque" pensé: " el argentino vota la pelota al lateral, le quita o le comenté falta y , por consiguiente, final del encuentro". Felizmente me equivoqué. Vargas con garra, coraje, fuerza y , sobre todo, "huevos" dejó en el camino al argentino y se enrrumbó hacia campo contrario. Avanzó y avanzó, cada vez más cerca al pórtico argentino, alzó la cabeza, divisó al "cholo" Fano y le metió un centro por debajo. Fanó se barrió y desvió la pelota por debajo del cuerpo del golero argentino. En ese instante 28 millones de peruanos cambiaron de cara y gritaron la dichoza palabra GOL. Si, aquel orgasmo del fútbol. La bendita palabra del fútbol, la que une todo un país lleno de problemas sociales, políticos y económicos. Todo un país unió fuerzas y gritó gol. Sí, gol de Perú en el minuto final contra la gran selección Argentina. Hubo un cambió emocional, se pasó de estar tristes a, sin duda, el júbilo pleno. Las sonrisas eran incotables, la garganta dolía y las esperanzas revivían.

Sin duda, fue el gol que más he girtado en mi efímera vida. En verdad, fue más que un gol. Fue una alegría indescriptible. Pienso que el 10 de setiembre del 2008 será un acontecimiento que marcará el esfuerzo y pundonor de una selección de fútbol, mostró en la cancha. Dejando de lado el gol, la selección jugó el partido anhelado por todos. Un partido donde se sudó los 93 minutos, se pelió cada balón y , sobre todo, no se sintieron inferiores ante nadie y mostraron una gran calidad de juego. Como decimos nosotros: "Se pusieron huevos". Y, a mi parecer, se pueden poner más.

Pero lo paradójico es: ¿Cómo un equipo sin grandes figuras, habiendo perdido por abultados marcadores y no habiendo ganado todavía en las eliminatorias, pudo jugar el "partido de su vida" contra, nada menos, Argentina? Pues, solo ellos lo saben. Lo que tengo en claro es que la palabvra gol, unió, une y unirá un país. Espero que este sea el comienzo de una nueva etapa, que traiga consigo diversos cambios y dé como resultado 28 millones de peruanos viendo un Perú - Italia dentro de dos años.

martes, 9 de septiembre de 2008

Volverán

Se vieron, se conocieron, se enamoraron, se amaron y terminaron. Él caminaba mientras ella lo miraba. Habrá sido el destino el causante del encuentro, pues, ambos piensan que sí. Dos mentes diferentes. Pero, bien diferentes. Vivían en dos etapas distintas, con emociones, pensamientos y perpectivas antagónicas. Sin embargo, al comienzo no fueron impedimentos. Su dulzura lo cautivo, su encanto la cautivo. Fue un buen comienzo, con un abrazo, con un te quiero, con un te amo.
Los segundos, los minutos, las horas pasaban y el primer "adiós, amor" salían de sus labios. Poco a poco la unión era mayor y ellos lo sabían. Bellas palabras se escuchaban, sonrisas se apreciaban, caricias se sentían. 29 díaz. Fue el primero y , sin duda, el mejor. Ella le escribió, él la besó.

El caminar lo disfrutaban, los aliviaba, los unía más. Y, él agrraba su pequeña mano, suave, muy suave; palabras magníficas eran elaboradas y se volvían a escuchar. Sin embargo, eran mentes diferentes. 42 días. La duda le entró. ¿La duda? Sí, la que sus cercanos acoplaron a ella y la que ella no supo averiguar. ¿Por qué? eran dos mentes diferentes. Lo creyó, lo asimiló y se lo dijo. En verdad, no hagas caso.
Ellos no quieren verme contigo. 43 días. Ella no sabía que hacer, tenía otro pensamiento, era pequeña, se nubló. ¿Pero, por qué? la edad. ¿Acaso, yo sabía que iba a ocurrir eso? Fue tanto el amor que lo cegó. 48 días. Ella creé que volverá, él creé que volverá. Los dos siguen creyendo... yo lo sé.